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i!1JSCANDO LA :FI,LICIDAD 205 infierno" (2). Estas duras expresiones del Salvador in– dican el esfuerzo grande que se debe poner en evitar las ocasiones. Las grandes enfermedades requieren remedios extra– ordinarios. El paciente que desea su salud tomará las medicinas por amargas y repugnantes que sean. El que desea de verdad su salvación aplicará todos los medios posibles y adecuados para conseguirla. Escucha, hijo mío, lo que el Espíritu Santo dice en el Eclesiástico: "Hijo, has pecado; guárdate de añadir otrn 111.ás " (3) dejando se lleguen a envejecer por una perni– ciosa costumbre. Procura salir inmediatamente de ese estado, implora la divina misericordia, acude al refugio de pecadores, María Santísima, a cuya valiosa protec– ción te encomienda tu afectísimo Padre (2) l\lalt., V, 29-:lü. (:l) Eccli., XXI, l. Fr. Pío.
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