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204 DR. P. PÍO M.ª DE ::VIONDREGANES, O. F. M, CAP. -----------------·----- - - ·-----·----~ turas y espectáculos, no frecuentes lugares peligrosos, apártate, en fin, de los objetos que sabes te inducen '.l pecar. De lo contrario será tu vida un continuo tejer y des– tejer, sin que nunca logres verte libre de la esclavitll(1 del pecado. A los ocasionarios se les sucle describir de la siguiente nrnnera: De noche, en un mal paso y sin linterna, Juan se rompió una pierna. ¡Vaya todo por Dios! Le curaron tal cual, pero, volviendo a aquel paso tremendo, ¡Juan se rompió las dos! Sanó al fin; mas, tornando a la aspereza, partióse la cabeza. ¡Y muerto quedó allí! Si a un cristiano su cnlpa se le absuelve, y al vicio vuelve y vnPlve, ¿no le sucede así? No debes fiarte de tus buenos deseos y resoluciones; es necesario que te apartes de las ocasiones de pecar. S1 esto te cuesta sacrificios, disgusto o daños temporah:·s, acéptalos porque más vale tu alma que todos los bienes de este mundo. Recuerda las palabras del Divino Maes– tro: "Si tu mano o tu pie te escandalizaren, córtalos y arrójalos fuera de ti; porque más te vale entrar manc0 o cojo en la vida eterna que no, teniendo dos manos o dos pies, ser arrojado al fuego eterno. Y si tu ojo te es– candaliza, arráncale; pues mejor será que entres con un ojo a la vida que, teniendo dos, ser arrojado al fuego del

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