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BUSCANDO LA FELICIDAD 197 sea una pura veleidad o se reduzca a bellas palabras exteriores de efímero sentimentalismo. 2.ª Firme.-En segundo lugar, es necesario que el propósito sea firme como la roca; que el penitente esté dispuesto a evitar todos los pecados, por lo menos mor– tales; y por ninguna cosa de este mundo quiera repetir de nuevo la culpa, sean cuales fueren sus consecuencias, ventajas o sufrimientos. El pajarillo suele caer en el lazo y el ciervo en la red; pero el uno y el otro, si lo– gran escaparse, difícilmente vuelven al mismo sitio. Lo mismo debe hacer el pecador. Una vez suelto de los la– zos del pecado debe tener firme voluntad de no caer de nuevo en ellos, para no ser comparable con aquellos animales de los cuales se dice en los Proverbios que, una vez lavados, tornan a revolcarse en el cieno. Observa, sin embargo, mi fiel amigo, que, dada la humana fragilidad y los malos hábitos contraídos, mm– ca, como nos lo enseña quizá también la personal expe– riencia, nos veremos libres del temor de incurrir nue– vamente en el pecado; pero ese temor no es incompati– ble con el firme propósito, con tal que en el momento de proponer realmente no quiera uno pecar más en lo su– cesivo y esté dispuesto a poner de su parte los medios conducentes. 3.ª Universal.-Es decir, que se extienda a todos los pecados mortales sin excepción. No se puede dividir el corazón y dar una mitad a Dios y la otra al demonio; pues Dios es el único dueño de todo nuestro ser y des– echa los siervos que quieren tener dos amos. No se pue– de proponer la enmienda de algunos pecados mortales solamente y de otros no. Sería pretender engañar a Dios

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