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196 DR. P, PÍO M,• OE MONl>REGANEs, O. F. M. CAP. e_____ curado milagrosamente junto a la probática piscina: "Bien ves que has curado, no quieras pecar más en ade– lante" (1). Y a la adúltera <líj ole también: "Vete y no peques más" (2). Estas o semejantes expresiones debe considerarlas el cristiano como dirigidas a él cuando se acerca al santo tribunal de la penitencia. El proposito puede ser implícilo y explícito. El im– plícito o virtual es el que va incluido en la seria detesta– ción del pecado. No puede el hombre arrepentirse since– ramente sin que al mismo tiempo tenga volu11iad implí– cita de no volver a pecar más en adelante. El propósito explícito es un acto de la voluntad, por el que determina abstenerse en adelante de todo pecado y apartarse de las ocasiones y peligros de ofender a Dios. Es opinión común entre los moralistas que la resolu– ción implícita es suficiente para recibir con fruto el Sa– cramento; pero será siempre más seguro y recomenda– ble formar dicha resolución explícitamente antes de acercarse a confesar, para fortalecer la voluntad en lo futuro y robustecerla contra los estímulos de las pasio– nes y asaltos de los enemigos. Esta doctrina es también más conforme a la mente del Concilio Tridentino, que, entre los actos del penitente, exige el propósito de no pe– car más. Para que este propósito sea real, y no aparente, debe reunir las siguientes condiciones: 1." Debe ser sincero.-Así como el verdadero dolor ckbe partir del corazón del mismo modo el propósito es necesario que arranque de lo íntimo del alma; que no (1) Joann., V, 14. (:l) Joann., VIII, 11.
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