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BUSCANDO LA FELICIDAD Hll a aquel lugar de sempiterno horror; la gloria inefable del cielo, las delicias incomparables del paraíso llama– rán a las puertas de tu amante corazón y te dirán: Esto es lo que pierdes para siempre si continúas dormido en el lecho de la culpa. 3. 0 Las consecuencias del pecado.-No menos te po– drán mover las consecuencias que necesariamente se si– guen al pecado grave. Prescindamos ahora de los casti– gos terribles que envió Dios a los ángeles del cielo, a nuestros primeros padres con toda su descendencia y los particulares que en el transcurso de los siglos sabemos que se han verificado en individuos, pueblos y naciones, y consideremos sólo los males individuales que causa el pecado mortal en el alma. Una vez que este monstruo se apodera de ella pierde la gracia santificante, los do– nes del Espíritu Santo, la filiación divina del derecho al paraíso, el mérito de todas sus buenas obras, la paz y tranquilidad de conciencia. De hija de Dios se convierte en esclava de Satanás... Del séquito de males que acompaña a la culpa grave se puede comprender cuúnta sea su malicia y cuán abo– rrecible sea para toda alma cristiana que conserve toda– vía alguna chispa de fe. 4.º La Pasión de Cristo. - Es motivo poderosísimo para excitarse al dolor, porque, según doctrina de San Pablo, el pecador, perpetrando la culpa, en cuanto es de su parte, vuelve a crucificar de nuevo a Jesucristo. Y ¿quién al meditar un poco en la agonía de Jesús en el Huerto, su crudelísima flagelación, la coronación de es– pinas, los trabajos y afrentas caminando con la cruz a cuestas, la dolorosísima crucifixión, y todos los demás
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