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BUSCANDO L.\ FELICIDAD 187 contrición como pecados cometidos; basta uno para to– dos en conjunto sin excluir ninguno grave recordado u olvidado. Aquí tienes brevemente explicadas las r:uatro cuali– <lades que deben acompañar a toda buena contrición. No es necesario que explícitamente pienses en cada una de ellas, porque en el acto vivo de dolor implícitamente se incluyen. Un"¡ Jesús mío, misericordia!" que brota del corazón contrito y humillado de un cristiano sencillo puede te– ner más eficacia que largas y razonadas disquisiciones de un consumado teólogo. Si alguna dificultad te ocurre, espero la expongas en la próxima a tu afectísimo amigo y Padre Fr. Pío.

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