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CAPÍTULO IX DE LA ATRICION Mi más fiel amigo: Hecordarás que hemos dividido la contrición en dos especies: una perfecta y otra im– perfecta, llamada atrición. De la primera ya te hablé alguna cosa en la anterior, de la segunda me ocuparé hoy brevemente. Contrición imperfecta o atrición es un pesar de ha– ber ofendido a Dios por la fealdad del pecado, por la pérdida del paraíso, por temor del infierno y otros cas– tigos enviados por la justicia de Dios. En el arrepenti– miento debe incluirse no sólo la detestación del pecado, el propósito de la enmienda y la esperanza del perdón, sino que también se requiere excluir la voluntad de pe– car. De este modo haría un acto de atrición el que di– j ese: "Dios mío, por mis enormes y detestables pecados he perdido el derecho al paraíso, merezco las penas eternas del infierno, soy digno de los mayores castigos; pero, por eso mismo, me pesa de corazón haberos ofen– dido,, estoy resuelto a enmendarme con vuestra gracia, espero en vuestra divina misericordia que me perdona– réis, por los méritos de mi Señor Jesucristo". Este temor del pecador ni es malvado ni hace al hom– bre hipócrita, como dijeron algunos protestantes; antes al contrario, es saludable y santo, recomendado por las

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