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PRIMERA PARTE. CONOCE TU FIN En la primera parte intentamos demostrar cómo Dios es Creador de todo el universo. Todas las cosas pro– ceden de la Primera Causa, que es Dios. La criatura más perfecta del universo, la más noble, hecha a imagen y semejanza de Dios, es el hombre. ¿Para qué fin crió Dios al hombre y le dotó de razón y voluntad? Dios, por su misma naturaleza, no puede hacer ninguna cosa si no es para stJ gloria externa. Todos los seres de la creación son para tributar gloria al Hacedor que los sacó de la nada. Cada uno, a su manera, debe cantar la gloria de Dios. El hombre, con su inteligencia y con su voluntad libre, <lehe tdbutarle una gloria consciente y voluntaria, según su naturaleza. Pero, además de este fin extrínseco a todo hombre, éste tiene también otro fin intrínseco a su misma natu– raleza, que es la suprema felicidad. Dios no creó al hom'." bre para castigarlo y mandarlo al infierno, le creó para que, sirvicndole y amándole en el tiempo, lo poseyera en la eternidad, y, poseyendo esta Bondad Infinita, ob– tuviera su felicidad. Se prueba después en qué consista el objeto de esta felicidad suprema del hombre. No se puede colocar en los bienes creados y limitados, sino sólo en el Bien Infi-

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