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BUSCANDO LA FELICIDAD 163 podrá el confesor conocer las enfermedades de sus pe– nitentes si éstos no se las manifiestan'? ¿ Cómo podrán manifestarlas si no las conocen o no las recuerdan? Lue– go es de todo punto necesario que se examinen. J esu– cristo habló cierto día a unos leprosos que le pedían la salud: "Id y mostraos a los sacerdotes" (2). También Jesús se dirige a los cristianos que quieren obtener la salud del alma. Id, mostraos a mis sacerdotes y minis– tros, manifestad vuestras dolencias, declarad vuestras culpas al que tiene potestad de atar y desatar, pedid el remedio de vuestras enfermedades mortales. La Iglesia, siguiendo la enseñanza del divino Maestro, declara que los penitentes deben manifestar al confesor todos los pecados mortales que tengan en sus conciencias después de hacer un diligente examen. Creo que no necesito insistir más en la necesidad, siendo de luz natural y sentido común. Me haría demasiado pesado a tu clara y pronta inteligencia. Añadiré, sin embargo, algo acerca del modo de ha– cer el examen, para tu comodidad. Desde luego que no ha de ser superficial y ligero, como cosa de poca impor– tancia; sino detenido, cuidadc:iso, solicito y diligente, como asunto de gran trascendencia para tus intereses es– pirituales y eternos. Cuanto más importantes son los ne– gocios que los hombres traen entre manos, más cuidado ponen en hacer bien sus cuentas, entradas y salidas, haberes y deberes, balances de ganancias y pérdidas. Si esto se verifica en el comercio, en el banco, en toda bue– na administración económica, ¿ cuánto más se deberá hacer en el negocio de los negocios, en el único negocio (2) Luc., XVII, 12.

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