BCCCAP00000000000000000000629

1_4_6___ 1)R. P. PÍO M.ª__ DE_ MONDREGANES, o. F. M. CAP.____ pentido que se acerca al santo tribunal de la penitencia. Dios le viste con la vestidura nupcial de la gracia, le devuelve los derechos perdidos y se olvida para siempre de sus pecados. Cuando se lee que algunos pecados no se perdonan ni en ésta ni en la otra vida, ha de en– tenderse, no por falta de misericordia de Dios ni por deficiencia de poder en el sacramento de la Penitencia para perdonarlos, sino por falta de dolor o arrepenti– miento en los penitentes, los cuales difícilmente se arre– pentirán de ellos y morirán endurecidos en sus culpas. Dios me ha perdonado; después de un brevísimo proceso de justicia he sido solemnemente absuelto de mis culpas; bien puedo regocijarme en el Señor, que ha vuelto la paz a mi conciencia y la alegría a mi alma, puesto que Jesús, por medio de su representante, me ha dicho: "Vete en paz, perdonados te son todos tus pe– cados". Nada temas, amigo querido, de tus muchas y enor– mes culpas. Ve, ve a confesarte, y no tardes en conver– tirte al Señor, no lo dejes de un día para otro. Sigue el ejemplo del Hijo Pródigo, y vuelve a la casa paterna de donde saliste. Y, si aquel ejemplo te parece muy le– jano, te contaré otro más próximo para que te animes. Dábase en el siglo pasado una misión en Aix, ciudad de la Provenza, en Francia. Cuando uno de los primeros días disponíase el Padre misionero a sentarse a la mesa presentósele visiblemente commovido un oficial, que, con cierto aire de suplicante imperio, le dijo: "Padre, deseo confesarme: Confesadme ahora mismo, sin tardanza; de lo contrario no respondo lo que va a ser de mi". "¿Por qué tanta prisa, caballero?", pregµntó el misionero. "He

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz