BCCCAP00000000000000000000629

134 DR. P. PÍO M.' m: :'cfONDREGANES, O. F. M. CAP. ·-·-- --- -· ·- ----·--- -- ---- ------------ el delincuente y seducir a los jueces; pero al Juez Su– premo no se le puede engañar; su penetrante mirada llega a los senos más recónditos del corazón y sus oídos perciben los movimientos más suaves del delicado cHiro. Aquí tiene aplicación exacta un axioma muy común entre los turcos: "Aun cuando en la mús negra noche una hormiga negra marchara sobre un mármol negro, Dios la vería y oiría el ruido de sus patas". En alas de tu fantasía sube a una elevada afa]aya y contempla a la humanidad dividida en dos grandes grupos: uno formado por los hombre buenos y rectos de corazón, que caminan seguros hacia la bicaaventu– .ranza; el otro por los malos, que viven en pecado, pre– cipitándose vertiginosamente en el ahisn10 de su eterna condenación. Los primeros, adornados con los atavíos de la gracia y abrillantados por los dones sobremtturales, son los hijos de Dios que viven, luchan y combaten por su Rey y Capitán Jesucristo. Los segundos, árboles secos e infructuosos, por cuyas venas no circula la savia de la divina grac-ia, son enemigos de Dios y esclavos de Satanás. ¡ Triste y lamentable sitnadón ! Esos tales son malos en sus caminos, c-ometiendo la culpa; peores, ex– tinguiendo la gracia, y pésimos, perdiendo la gloria. ¿ Qué será de ellos? ¿Cuál su desenlace final? Las puertas eternales están cerradas a sus pasos. ¿No habrá algún medio para abrirlas? Sí que le hay, yo vengo a enseñártelo, vengo a poner en tus manos una llave de oro que pueda abrir de par en par esas puertas eter– nales. Ella es muy fácil de fahrfrar, ligera para trans– portarse, no se gasta ni se deteriora, ni se extravía ni se pierde. ¿ Adivinas cuál es esa venturosa llave que te ofrezco? Escuc-ha y no te espantes: la confesión. Esta es

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz