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128 DR. P, PÍO M.ª DE MONDREGANES, O, F, M. CAP. ----- ------- - ----· - . -- --- ---·-------- que se apartan de sus obligaciones los con<lucirá Dios con aquellos que obran la iniquidad" (2). Por esto te aconsejo, amigo querido, que, después de cumplir con tus deberes como hombre y como buen cristiano, procures con todo interés observar los deberes propios de tu estado y profesión. Piensa en io& deberes que tienes como padre, cuyos principales cmdados de– ben dirigirse a la esmerada educación de tus hiJos; re– flexiona en los deberes de tu profesión, que no puedes dignamente desempeñar sin estudio, sin ciencia, sm in– terés, sin delicadeza. Para terminar, te traeré a la memoria el siguiente ejemplo:· Enrique VIII de Inglaterra, para desembara– zarse de su esposa legítima, Catalina de Aragon, entabló proceso de divorcio. El fiel Canciller de Inglaterra, To– más Moro, no pudiendo complacer al rey sin falí.ar a sus deberes de católico, dejó el cargo y se retiró a la pobre– za de su familia. Ana Bolena, la enamorada de Enrique, saltó de cólera como olra Herodías y pidió la cabeza del Canciller. Por sus consejos e inspiración fué injusta– mente condenado a la célebre torre de Londres, donde sufrió indecibles tormentos. Poco antes de ser _ajusticia– <lo le entregan una carta de su hija primogénita, en la que le rogaba cediera a las pretensiones del rey y pres– tara juramento al Nuevo Estatuto del reino. "Hija mía Margarita-le responde-: No puedo, no quiero faltar a mi deber. Yo siento tu desgracia, me compadezco de tu dolor. Yo te bendigo, bendigo también a tu esposo, a to– dos mis hijos, nietecitos y amigos; pero quiero morir fiel a mi Dios y a mi religión." Y, sobreponiéndose a todos (2) Ps., CXXIII, 5.

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