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10 DR. P. PÍO M.ª DE 'MONDBEGANES, O. F. M. CAP, no has sido hecho para mí, r¡o no plledo penetrar en esa mansión de paz y bienandanza, de felicidad y de ventu– ra"! Y con honda melancolía me retiro a descansar hasta que el sueíio se apodera de mí. -No, seiíor; estás engaíiado; ese cielo que contem– plas, esa región de paz y de felicidad, la patria de los justos y bienaventurados, ha sido hecha para todos los hombres; Dios quiere que todos se salven y ninguno p,:– rezca. -¡Ah! Sí Padre, para ustedes, frailes, curas, monjas y beatas. que se comen los santas a besos y no salen de las iglesias, quizá lo sea; pero para mí y para otros, que siguen por los caminos viciosos de qlle usted me ha ha– blado antes, no ei cosa tan fácil; yo lo creo poco menos qlle imposible. -No, no es imposible. La misericordia del Seífor es infinila y su gracia omnipotente. -¡Ojalá que así fuese! Pero creo, Padre, que usted es un optimista y lodo lo ve de color de rosa. La icaria es fácil, pero la práctica tiene muchos bemoles y soste– nidos. -¡ Escucha zzn momento! -Se oye la campana de la capil(a. ¿A que tocan? -Es que el señor cura de Ontaneda está haciendo una novena a la Virgen del Carmen, a la cual asisten muchos baíiistas. ¿Quieres venir? -No tengo muchas ganas; pero por complacerle a usted vamos a ver lo que hacen. -Sí, vamos y los dos rogaremos a la Virgen por tus necesidades. Me acompañó a la capilla, si no con decisión, con respeto y al despedirse me dijo:
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