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sionera'S no solamente de sacerdotes, sino también de hermanos coadju– tores, de religiosas y de cateqrnista,s. Que esta santa y alta intención ten– ga la 'parte pri,ncñpal en las oraciones de todo sacerdote. Que por esta intención particular rueguen los miembros de fas Ordenes contempla– tiva,s. Que los fieles, sobre todo cuando recitan el Rosario no se olviden de supHcar a ,la Vírgen María de obtener del Señor vocaciones a la vida misionera en el ,número más grande que sea posible » (2 7 ). « Y sobre todo Nos esperamos de los miembros de la Unión Misio– nal del Clero de ver luego de realizar un •cuicliadoso trabajo de &elección y cultura de jóvenes 1 phntas que el Seiíor hace germina,r en su viña para transplantadas un día en el campo de misiones. Más todavía: el Seiíor eS1pera de los sacerdotes esta obra fondamenta,1, es deoir, pre– parar el terreno en el cual las vocaciones misioneras puedan germi– nar> ( 28 ). Sobre este argumento vuelve ,el Papa a insistiir en la Fidei donum: « No basta formar una a,anrnsfera favorable a esta ,causa de las vocaciones, es necesario hacer más. Existtn, gracias a Dios, numerosas diócesiis de tal modo provüsta:s de s:toerdotes que permit.m s,ín pdigro alguno el sacrificio de algunas vocaciones. A estos principalmente Nos dirigimos con paternal insistencia: dad en proporción de vuestros me– dios ( 29 ). Pero nOtSotros pensamos tambii6n a aquellos entre nuestros hermanos en el Episcopado que están angthtiados por una dolorooa escasez de vocaciones ·sacerdotales y veligiosas y que no pueden hacer frente a las necesidades espirituales de sus ovejitas. Hacemos nuestros los sufrimi,entos ele los pastores y con mucho gm,to Ies diremos como S. Pablo a los ele Corinto: « No s 1 e t.rata de socorrer a los otros ipara reduciros a ,penuria, sino de aplica;¡- el prinoipio ele la igualdad" (3º). Esas diócesis de tal modo probadas no se hagan sordas a la Hamada de las miisiones lejanacS. El óbolo de la viuda fué ót,ado como ejemplo por Jesüs, y la generosidad de una diócesi'.5 pobre hada las otras más pobres no podrá empobr~cerla. Dios no &e deja vencer en generosidad. Una comunidad cri,suiana que da sus hijos e hijas a la Iglesia 1 no puede moriir > ( 31 ). Misioneros seglares. - Los seglares, tanto loo que habitan en los países de miisfo.nes como los que moran en los países católicos, puedten dar una contribución personal a las misiones, colaborando con loo sa– cerdotes indígenas o adventicios. Pío XII en la encíclica Mystici Carpo- (27) AAS., 1940, t. 32, pág. 253. (2ª) !bid. (29) Luc., 11, 41, (ªº) II Cor., VIII, 13. (31\ AAS., 1957, t. 49, pág. 243-244. 9

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