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~---- I'. rio ~I.' DE MONDREGANES, º· F. M. CAP. para que el hombre, con su inteligencia, los vaya descu– briendo y ordenando a la utilidad de la humanidad. La Química proporciona la desintegración• de la mate– ria en los elementos más simples y multiplica las combi– naciones más variadas que sirven para la vida o la muerte del hombre; para los progresos científicos más sorpren– dentes. La Biología nos da a conocer cómo Dios, aun en los se– res más pequeños e imperc-eptibles a nuestra vista naltual, ha colocado los medios de vida, los órganos de nutrición, de propagación, de las especies con una precisión admira– ble. Todas las ciencias naturales, en sus campos respecti– vos, presentan las maravillas que la Providencia ha pues– to en el universo. El hombre conoce los fines mediatos e inmediatos de algunos seres; de otros no los llega a conocer, por su li– mitada capacidad; pero no se puede dudar que Dios, en su infinita sabiduría, les ha destinado para algú:11 fin de– terminado¡ pues nada se da en el mundo sin razón sufi– ciente. Por la naturaleza conoce a tu Dios, ama a tu bienhe– chor bondadoso y exclama: Señor, ¡ cuán larde he conocido tu amorosa Providencial § JI. l'l'ovidencia especial en el m<tlcn moral. La Providencia divina no gobierna las cosas del mis– mo modo, sino cada una según su naturaleza. De un modo gobierna a la piedra, de otro a la planta, de otro a las aves y de otro a los hombres. Qzddquid recipitur, ad mo– dwn recipienlis recipitur. Cada cosa se recibe según el re– cipiente. La corriente eléctrica, si termina en la lámpara, es luz; si termina en una resistencia, es calor; si ter:mina en un motor, es movimiento. Estudiando al hombre vemos que se compone de mu-
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