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LA DIVINA PROVIDENCIA 75 Por la historia de la humanidad sabemos cómo mu– ehos sabios, estudiando las maravillas de la naturaleza, llegaron al conocimiento de Dios, gobernador y regidor del universo. El mundo visible es el itinerario de la mente de Dios. De lo visible nos elevamos a lo invisible. Recorre brevemente las ciencias naturales y en todas puedes ad– mirar la Divina Providencia, en lo grande y en lo pequeño. La AstronOimía muestra la Providencia de Dios en el mundo de los astros íntimamente unidos por la gravita– ción universal. Todos se mueven con regularidad en espa– cios y distancias inconmensurables. Los astrónomos, a tra– vés del telescopio, veían con la razón a Dios y caían de ro– dillas a adorar la omnipotencia y sabiduría del Goberna– dor Supremo del universo. Concretándonos a nuestro planda, una pequeña parte de la Creación, y contemplando las proporciones de los ma– res y continentes, las disposiciones de los ríos y montañas, la formación de las corrientes de aire, la dependencia de los terrenos, la flora y la fauna, vemos que todo está dis– puesto con armonía admirable y al serYicio del ·hombre. Dice San Buenaventura: "De todas las criaturas puede ele– varse el hombre, como ex vestigio, para entender la po– tencia, sapiencia y bondad del Creador" (6). Estudiando la Geología se demuestra que Dios ha pues– to en el globo terráqueo todo lo necesario para la vida del hombre y de las sociedades que le han poblado. La Física, que nos da explicaciones, más o menos ade• cuadas, de la luz, del calor, del movimiento, del magne– tismo, de la electricidad; son todas maravillas que el hom– bre puede ordenar a su servicio. Las continuas investiga– ciones y progresos en este campo son señales de que la Providencia ha escondido esos secretos de la naturalczn (6) Itin. mentís Íll Deum, c. 2, n. 12, t. V, p. 302.
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