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LA 'DIVINA PROVIDENCIA 67 Infinito en la sabiduría, infinito en la bondad, infinito en el poder, en la santidad; infinito en la belleza, infinito en toda perfección. ¡ Oh, Señor! Tu hermosura sobrepuja todas las bellezas criadas, todos los encantos, todos los resplandores, todas las armonías de este mundo. ¡ Oh Dios mío!, exclama San Buenaventura: "Ahora entiendo y con rubor confieso que todas las bellezas y en<!antos de las criaturas engañaron mis ojos y no advertí que eras el más hermoso de todos los seres, a los cuales comuru.caste sólo una gotita de in– estimable belleza. ¿Quién adornó los cielos de astros, el aire de aves, el agua de peces, la tierra de plantas y de flo– res? Pero ¿qué son estas cosas sino una pequeña centella de tu hermosura?" (32). ¿ Quién puede comprender su naturaleza, medir sus per– fecciones, cantar las obras de sus manos, investigar sus maravillas? ¿Quién como Dios? ¿Quién se le puede com– parar en perfección? ¿Quién, más digno de ser amado? ¿Qué cosa puede existir más amable en los cielos y en la tierra? Dios mio, quiero amarte en el tiempo y en la eternidad con todas mis fuerzas, con todo mi corazón, con toda mi vida, con todo mi ser. ,Mi Amado para mi y mi amor para Ti. (32) Soli., c. I, párr. 3, n. 12.
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