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LA DIVINA Pl\OVIDENCiA G3 fecta armonía con su voluntad. Dios es la santidad misma por esencia. Sanctus, sanctus, sanctus, Dominus J)eus Sa– baoth (18). En Dios es imposible algú:n, defecto. Dios es la plenitud del ser y contiene todas las perfecciones. La santidad de Dios se demuestra también por sus obras. Las leyes morales impresas en ila naturaleza humana; la revelación del decálogo; las sanciones prescritas por los pecados; en las verdades reveladas y en los preceptos y consejos dados. La santidad del Verbo Encarnado es Imagen viva del Padre. "Sed santos, porque santo soy yo" (19). Dios permite los pecados para respetar la libertad hu– mana, pero no es el autor o la causa del pecado. Concede la fuerza física del hombre, pero odia su perversidad mo– ral. Da fuerza a la lengua del hombre, pero no puede que– rer sus blasfemias. "Sed, pues, perfectos como perfecto es vuestro Padre celestial" (20). Si no es posible adquirir la perfecció1n, indifinta, trabajemos por adquirir aquella que Dios, en su divina Providencia, exige de nosotros en las con– diciones presentes en que vivimos. ARTÍCULO 9:' De la justicia de IJios. La justicia en un sentido estrecho es la yoluntad de dar a cada uno lo que se le debe. E.s una consecuencia ló– gica de la santidad. Siendo Dios la s:mtidad suma, por consecuencia, debe ser '1a justicia también suma, infinita. En virtud de ella debe premiar el bien y castigar el mal. (18) Is., VI, VI. ~19) I Pedr., l, 16. (20) Mat., V, 48.

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