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f__.ómo se concilia la libertad humana con la presciencia di– vina es una cuestión dificil de comprender y acerca de la cual han disputado mucho los teólogos. Está ahora kera de nuestro campo. La sabiduría de Dios es infinita, eterna, inmutable, in– falible, intuitiva, penetrante y universal. Ten presente que conoce perfectamente cuanto piensas, cuanto deseas, cuanto obras y cuanto haces o pudieras ha– cer. ¡ Oh, Señor! Guíame siempre con tu divina sabiduría por las rectas sendas que a Ti conducen. ARTÍCULO 6.;" l)e la voluntad de Dio.Y. Teniendo los hombres la perfección de la voluntad, ésta debe hallarse ta:mbién en Dios, pero de una manera per– fectisima. ',' 7 '!~ .fNJ': La voluntad de Dios ha sido revelada y manifestada a los hombres como norma suprema de santidad. En el Pa– ter Nosler decimos: "Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo" (15). La voluntad de Dios es vuestra santificación (16). En la voluntad de Dios se concreta toda la misión del Verbo sobre la tierra: "He bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió" (17). El objeto de la voluntad es la bondad. El acto de la misma es amar. Como Dios tiene una voluntad infinita, el objeto de ella es la bondad infinita. Dios se ama infinita– mente a sí mismo por un acto de amor eterno e inmuta– ble. Dios es amor infinito. (15) Mat., VI, 10. (16) 1 Tes., IV, 3. (17) Jn., VI, 38.
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