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LA DIVINA PROVIDENCIA 55 Nuestros cambios proceden de nuestras imperfecciones. Cambia el entendimiento, porque no puede comprender todo simultáneamente. Cambia la voluntad, porque es libre acer– ca de los bienes limitados; cambian las acciones y los sen– timientos del hombre; cambian las cosas y las personas. Nada hay permanente en este mundo. El hombre está sujeto a los cambios, pero no debe cam– biar la verdad, ni la moral, ni dejarse llevar de los capri– chos y veleidades. Es propio de los hombres errar y de los sabios enmendarse. Cuando, por nuevos acontecimientos, conocemos mejor las verdades n-o debemos tener dificul– tad en cambiar de opinión. La verdad no cambia, pero nues– tro conocimiento de ella puede cambiar por nuevos infor– mes. El hombre serio y prudente e,ita la terquedad y la volubilidad. ARTÍCULO 3." Eternidad de Dios. Todos los seres se pueden clasificar en tres cakgorías respecto del tiempo: Seres mortales. Los que existen únicamente en el tiem– po, teniendo un principio y un fin como las aves, los pe– ces, etc. Seres inmortales. Los que existen en el tiempo y pasa– rán a la eternidad. Tienen principio, pero no tendrán fin, por ejemplo, los ángeles y las almas racionales. Lo será también el cuerpo humano, después de la resurección fi– nal. De modo que podemos llamar al hombre inmortal en ese sentido. Ser Eterno. Un Ser que no tiene ni principio ni fin, ni sucesión. En este sentido solamente puede ser Dios, por– que es necesario e inmutable. Dios es eterno en toda la extensión, y comprensión de la palabra; pero no a manera
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