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CAPITULO III DE LAS PERFECCIONES DE DIOS Para conocer mejor la esencia divina, en cuanto es po– sible, nos ayudarán las consideraciones sobre sus atribu– tos y perfecciones. Es cierto que en Dios no hay distin– ciones ni diferencias, porque todo es mw e indivisible; pero, a nuestro modo de entender limitado, tenemos que poner variedad de perfecciones o de manife.stacioncs ad extra. ARTÍCULO l.~ De la simplicidad de Dios. Dice Jesús: "La ·lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere sano, todo tu cuerpo estará luminoso" ( 1). Trata de la rectitud de intención en el obrar. Si ésta es simple, recta y pura, toda tu vida será verdadera, lumino– sa, sencilla. Dice Sain.to Tomás que la simplicidad hace la intención recta, excluyendo la duplicidad (2). A la simplicidad se oponen las complicaciones, las do– bleces, los engaños, las falsedades, las mentiras. Es evi– dente que aquí trata el divino Maestro de la virtud moral, de la sencillez evangélica en el modo de hablar y obrar. (1) llfat., VI, 22. (2) 11-11, q. 109, ad. 2 y 4.

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