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~- _____ P, PÍO_ M.• DE MO~WRIWANES, O, F. M. CAP. las lluvias y las estaciones fructíferas, llenando de alimen– to y de alegría vuestrns corazones" (18). Son muchos los testinrnn-ios de la Historia y de la Et– nología acerca de esta verdad, pero, como ya hemos tra– tado arriba y no es nuestro intento directo esta demostra– ción, no nos detenemos más. Las pruebas de orden natural vienen confirmadas y co– rroboradas con la Revelación. En el Antiguo Testamento, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, se habla con frecuen– cia de Dios. Toda la tradición de la Iglesia repite constan– temente la existencia de Dios. Los símbolos de la doctrina e ristiana f•mpiezan: Creo en Dios. (18) Act., XIV, 1fi-17.

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