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~~------- ___ P. PÍO M.• DE MONDREGANES, O. F. M. GAP. b) No es el acaso, porque el acaso es una palabra sin sentido, inventada por la ignorancia. Eso es suponer un efecto sin causa, un orden saliendo del desorden¡ es lo mismo que afirmar que las estatuas de Policleto y la pintura de Zeuxis se han hecho solas. Sin la intervención de un tipógrafo, ¿quién se atreverá rr afirmar que los ca– racteres de una imprenta se han salido de su caja, se han reunido en el espacio y han ido formando la Ilíada, de Homero; La Eneida, de Virgilio; el Quijot,e de la lllanclw, de Cervantes; los Autos, de Calderón; las páginas sagradas de la Biblia? Cada uno de vosotros puede multiplicar los ejemplos que se os ocurran. ¿Cómo combinar siempre y de la misma man,era millo– nes y millones de átomos que forman los vegetales, anima– les y partes complicadísimas del cuerpo humano? El azar, la coincidencia, el acaso, el lance fortuito no pueden jun– ta.los ni combinarlos constantemente a través de los si– glos que lleva de existencia el mundo. Si el concurso for– tuito de los átomos puede hacer un mundo de tanta be– lleza, ¿cómo es que no puede hacer cosas mucho más sen– cillas, por ejemplo, un pórtico, un templo, una casa, un pueblo? ¿Merece, pues, el dictado de hombre aquel que atribuye al acaso, y no a una causa racional, los movi– mientos tan constantes del cielo, el curso regular de los astros, las cosas todas que existen tan, trabadas unas con otras y tan proporcionadas entre sí y con tanta sagacidad encaminadas a sus fines que nuestra misma razón, al con– siderarlas, se pierde y se confunde? e) La naturaleza se basta a sí misma, no necesita de nadie para ordenarse. Pero ¿qué es la naturalt\za sino el conjunto de seres del universo? ¿Quién los ordenó? Esta– mos en el mismo postulado. La materia sola es imposible, porque carece de inteligencia, de conocimiento, de volun– tad. Y aun en ,Ja sentencia de los que admitieron la mate– ria eterna, ¿quién la produjo, la ordenó, la impuso leyes?