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LA ll!VIN.\ PHO\'IIJENCIA la oración vespertina, se puso a rezar. El impío le dice: "Vamos a derribar vuestras campanas e incendiar vues– tras iglesias". "Seréis capaces d<' eso y mucho mús--rcs– pondió el humilde agricultor-- ; pero jamás podréis des– truir el sol, derribar las estrellas, agotar todas las aguas y arrancar todas las flores; y mientras existan, estas y las d0más cosas nosotros y nuestros hijos podremos leer el nombre de Dios escrito en sus ohras y elevarle una ple– garia." No cabe duda, el firmamento tachonado ele estre– llas y la tierra cubierta de flores son los primeros predi– cadores de la gloria de Dios. Todas esas cosas maravillosas, por sernos sensibles, ha– bituales y no· exigir ciencia ni penosos esfuerzos, nos im– presionan menos; pero no por eso dejan de tener Yalor. Reflexionemos un poco sobre todo lo que nos rodea y no podremos menos de exclamar: ¡Cuún grande y cuún her– moso cs, Seüor, el espectáculo que •n,0s presenta la natu– raleza! ¿Quién es el autor? Para mejor inleligcncia expli– quemos algunas nocion{'s. s 11. Orden, finalidad, yuliicnw, lwlleza. l.º ¿Q11é es ol'den? La idea del orden significa la adap– tación de los medios a un fin determinado. Supone, por tanto, la multitud de objetos clasificados o dispuestos se– gún cierta norma o regla. Donde vemos armonía, enlace, unión de diversas partes dirigidas a un fin o centro de– termir~<.1do decimos que hay orden. El orden puede ser es– tático y dinámico, según que las cosas ordenadas estén en reposo o en actividad. Si en numismútica clasificamos una hermosa colección de moncdas por orden de antigüe– dad, de origen, de valor, ele., tendremos un orden estático. Si entraimos en un Gabinete de Historia Natural y vemos que en los estantes se hallan ordenados los mamíferos, los

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