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P. PÍO M,ª DE MON'DREGANES, O. F. M, C.\P. ------ que son inferiores a Aquel que las hizo. ¿ Quién las hizo? El que Es sumamente, el que Es Ser supremo, el que Es infinitamente bueno. Mira y contempla el cielo, y te pa– recerá bueno y hermoso i mira y contempla la tierra y te parecerá buena y hermosa; mirl't y ;ontempla los seres que te rodean, y te parecerán buenos y hermosos; pero mira y contempla con- los ojos de tu razón al que está sobre los cielos, la tierra y los seres que ves, y te parecerá in– finitamente bueno, infinitamente hermoso, infinitamente perfecto. Con Dios todo se explica satisfactoriamente; sin Dios nada se puede explicar. Si existe una causa primera de iJa que todo proviene y todo depende, también la inteligencia y el conocimiento dependerán de ella. El mundo de los espíritus y el mundo de los cuerpos sin Dios es un caos, un enigma inexplicable. No hay explicación científica posible en el dominio de la cieneia si de Dios se prescinde; y, aunque en las cau– sas inmediatas de los fenómenos y órdenes in.feriores pu– diéramos prescindir por un mornent<1 de la causa supre• ma, que es Dios, si querf'mos elevarnos al último eslabón de la cadena científica hemos de venir a parar necesaria– mente a Él. Finalmente, todas las rosas antes que fueran existentes radicaban, en Él; ahora que son reales penden de Él y obran por Él. Dios es el fundamento y principio del mundo fí– sico, del mundo psíquico, del mundo moral y del mundo r<'Iigioso. Lo que simplemente obra, lo que siente, lo que piensa, lo que ama o aborreee, se mueve por Él, f'n Él y para Él. Dios es nuestro fin último, nuestro ideal supremo y pl•rfectísimo. Si la inteligencia busca una verdad completa, suma y sin límites, en Dios la encuentra; si la voluntad busca f'I bien consumado, sin sombras de mal, sin priva– eiones, qtw sacie todos sus infinitos deseos, en Dios lo en-

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