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22 P. PÍO M.ª DE MONDRBGANES, O. F. M. CAP. ----- lutos hacer un rico acaudalado? Qué digo acaudalado. ¿ Un rico que posea un céntimo? Del mismo modo, por más que sumemos contingentes a contingentes, nunca encontrare• mos la razón de su existencia en la serie, y forzosamente tendremos que suponer un ser absolutamente necesario, que goce de la existencia por sí mismo, sin dependencia, sin, indigencia, sin determinación de otros. Ese ser tan ab– soluto, tan independiente, que preside a todos los seres que son y pudieron no ser, y los que no son y serán, y los que no son ni serán, pero pudieran ser, es Dios. Con claridad y profundidad a la vez expuso Balmes este argumento: "Si existe algo---dice-, ha existido siempre algo y no es designahle un momento en el cual se hubiese podido decir con verdad: No hay nada. Si hubiese un mo– mento designable de una nada universal ahora no existi– ría nada, jamás hubiera podido haber nada. Finjamos la nada universal y absoluta; pregunto: ¿De la nada P,ll'ede salir algo? Es evidente que no: luego, en el supuesto de la nada universal, la realidad es absurda. Luego ha exis– tido siempre algo, sin causa, sin condición de la cual de– pendiese: luego hay un ser neces11rio... , luego hay un ser absolutamente necesario, éste es un ser cuyo no ser im• plica contradicción" (5). Luego hay algo, y hubo siempre algo, que es infin.ito, es inmutable, es necesario, es Dios. Quizá se objete: Nada se pierde 1J nada se crea en la naturaleza. Las energías se transforman, pero no se pier– den. Los elementos del mundo son necesarios. Mas todo eso es una necesidad hipotética, con dependenda de otro que les trajo al ser. El mundo continuará siendo, nada podre– mos cambiar de él; pero, no obstante, le concebimos como posible, como dependiente, como un ser relativo, cuya exis– tencia y modo de ser dependen de otro. Se dirá que sólo (5) Cfr. BALMES, Filosofía Elemental, T,:.odicw, cuJJ. III.

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