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P. PÍO M.ª DE _:l.iONilRIX,A,,,.:s, _o. F. M. CAP. el comer y el beber, deben cJirigir~e a la gloria de Dios, que es fin último de todo. El mismo Apóstol escribe a los colosenses: "La palabra de Clisto habite en vosotros abun– dantemente, enseñándoos y exhortándoos unos a otros con toda sabiduría, con salmos, himnos y cáin,ticos espilituales, can,tando y dando gracias a Dios en vuestros corazones. Y todo cuanto hacéis de palabra o de obra hacedlo todo en el nombre de Jesús, dando gracias a Dios por í.;J" (2). En nombre de Jesucristo, y unidos a f:l por la gracia, hagamos todas las cosas y demos gracias a Dios, origen y fin de to<lo bieh creado. Jesús mismo nos dice por Srun i\Iafro: "De la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno de su bu<!n tesoro saca co-sas bue~as; pero el hombre malo de su mal tesoro saca cosas r,,alas. Y yo os digo que de toda palabra ociosa que hablaren los hom– bres habrán ele dar cuenta el día del juicio. Pues por tus palabras serás declarado justo o por tus palabras serás condenado" (3). En abstracto se pueden distinguir los actos humanos en buenos, malos o indiferentes. En concreto también algunos filósofos admiten los actos indiferentes; pero otros los nie– gan; porque el hombre, si no obra por un fi:n, malo, a Jo menos implícitamente obra por un fin bueno, ordenado se– gún la naturaleza que pr(){·ecll' de Dios. Aun en la opinión de que algunos actos libres puedan ser indifere.n,tes en con– creto, podemos, implícita y habitualmente, hacerlos buenos por nuestra libre ordenación a Dios. Esta es una doctrina consoladora, porque el justo que no obra por fines malos en sus acciones deliberadas ejecuta ac-Ciones buenas, dig– nas de mérito. Totio lo que acom,tece en cada instante, sea grande o pequeiio, agradable o desagradable, se realiza por la vo- (2) Col., lll, 16-17. (3) Mat., XII, 24-37.

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