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LA :DIVINA PROVHJE.XCI.\ Durante los acontecimientos es necesaria la conformi• dad y sumisión al benl'plácilo divino. Si la adversidad no!-i aflige y la cruz es muy pesada, Dios no nos prohibe acu– dir a Él y pedirle fuerzas, resignación, ayuda, consuelo. ¡ Señor, ayúdame! Si es tu volll!ntad que sufra, heme aqui. Si no es contra tu voluntad, pase este cáliz de amargura. Dame lo que mandas y manda fo que quieras. Que yo co– nozca tu voluntad y siga tus caminos. Después de los acontecimientos, abrazarse también con las consecuencias que pueden sobrevenir. Dios siempre pue– de hacer milagros, pero en su ordinario modo de obrar se sirve de las causas segrundas. Si está en nuestro poder ale– jar las calamidades, las persecuciones, las calumnias, las enfermedades, clamar: ¡ Señor, libra.me de todo mal! Si no es posible: ¡ Señor, dame paciencia, dame resignadón, dame ,lo que necesito! Confórtame como te confortó a Ti el ángel en el Huerto de los Olivos. Pasados los acontecimientos, esforzarse por conservar los frutos que Dios quizá pretende, de gratitud, de humi– llaciótn,, de confianza, de amor, de penitencia. Ora et labo– ra, sustine et abstine ... ARTÍCULO 6," Abandono y esfuerzo. La vida espiritual supone esfuerzo. No sin razón se com– para a una cuesta. Y la cuesta, generalmente, cuesta. La perfeceión es como una subida continuada hacia más ele• vadas metas. Los alpinistas se esfuerzan por escalar es– carpados m01ntes y llegar a las cimas de -las montañas. San Juan de la Cruz compuso un admirable tratado sobre la Subida al Monte Carmelo. Santa Teresa escribió el Camino de perfección. Nuestra vida de perfección debe ser una as-

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