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L\ iHVIN.\ PRO\'!Dlb,ci.l. 237 el hombre abandonarse habitualmente en manos de la Pro– videncia si está vinculado al pecado o atado con afecto desordenado a las cosas de este mundo? ¿Cómo estará pron– to y dispuesto al sacrificio si no tiene la santa indiferencia para todo lo que no es la voluntad de Dios? Es, pues, necesaria una indiferencia es<encial d'.~ la vo· !untad, convencida de que sólo lo que Dios manda ,1 per• mite la podrá conducir y ayudar a conseguir su último fin. Si, además, con el esfuerzo y la práctica ha adquirido tam– bién la indiferencia accidental o del gusto, de modo que el mundo con sus halagos, diversiones y placeres de los sen– tidos le causen disgusto y amargura, entonces estarú dis– puesta para el perfecto abandono. Estarit en las manos de Dios como una blanda cera en manos del artífice, dúctil y dispuesta a cualquier imagen. E.slará indifcrC'nte para obe– decer en esto o aquello; para el descanso o el trabajo; para la salud o la enfermedad; para esta u otra compañía; para vida larga o breve;· para las arideces o las consolaciones. No quiere, no desea, no amhidona mús que hacer la volun– tad divina, cueste lo que cueste. No le importan las criatu– ras, para poseer únicamente al Creador de todas ellas. Esta disposiciún. amorosa y filial da la p<)sibilidad de ponerse en las manos de Dios como un niño en los brazos de su padre. Elemento positivo es la donación de nuestra volunfad a Dios Nuestro Señor, poniéndonos en sus manos cnn con– fianza fi,lial. La entrega total y espontánea a la Divina Pro– videncia. Esta puede considerarse en dos m<>menüos psicológicos: antes y después de los acontecimientos. Antes de los acontecimientos, previstos o no previstos, el alma se encuentra en una disposición filial para recibir cualquier cosa que Dios quiera. Con dulce paz y tranquili– dad espera la determinación de Dios, dejar hacer a Dios lo que Él prefiera. En los aco:ntecimientos dulces o adver-

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