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LA OI\'INA Pilü\'IDE::-;'ClA 2.:5 a la eternidad. Todas las criaturas y todas las cosas que Dios nos dio, que existen dentro o fuera de nosotros, y que son dependientes del Creador, son para nosotros me– dios que nos ayudan para alcanzar nuestro último fin. Cuando no sabemos lo que nos ayuda o impide la con– secución de nuestro úilimo !'in debemos desear y buscar cuál es la voluntad de Dios. ¡ Oh, Dios mío, que todas las cosas has hecho para tu gloria y para que yo me pueda sen·ir de ellas como medios para amarte, servirte y glorificarte'. No permitas que yo abuse de esos dones, sino que me sin·an, en reali– dad, ele medios para eleyarme hasta Ti, para cumplir con tus amorosos designios; que las utilice para glorificarle en el frempo y en la eternidad. ¡ Oh Pro,idencia misericordinsa de mi Creador y Sal– vador! Como nosotros no sabemos tantas veces qué hacer, nuestros ojos se vuelven a Ti (25). "Muéstrame, oh Yavé, tus caminos; adiéstrame en tus sendas. Guíame en tu verdad y enséñame, porque Tú eres mi Dios, mi Salntdor y en Ti espero siempre. Acuérdate, ¡ oh Yavé !, de tus misericordias, de tus gracias, que son imperecederas. No te acuerdes ele los pecados de mi mo– cedad, ni de mis faltas; acuérdate de mí conforme a lu mi– sericordia y según tu bondad" (26). 15 t2;i) II Par., 20, 12. (26) Sal., XXIV, 4-7.
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