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224 P. PÍO ~r.• DE l\tON-DREGA!-ffS, O.. l'. M. CAP•. En los casos ciertos, aun permanccien-do en la indife– rencia, yo podré siempre desear y elegir, de parte míu, aquellas cosas que mi1s me conducen al fin. "Unice desi– derando et eligendo ea quac magis nobis conducant ::i.d finem, ob quem creati sumus". § VII. Jlotivos paru la elccciún. l. ,1si abrumas en la vida ordinaria. Piira mejor salir bien en nuestras cosas cotidiainas y con nuestros intentos de cada día solemos elegir medios fáciles, prácticos, rápi– dos y seguros. Es una norma de pnHlencia práctica. 2. De esta manera obtendremos mejor la indiferencia. Siendo nuestra naturaleza más inclinada al mal que al bien, más a lo agradable que a lo penoso, procurando lo opuesto en contraste con las tales inclinaciones, tt'ndremos rnús cuidado y más equilibrio acerca de las criaturas. ~i. La saluaciófl del alma es ,el negocio principal de nuestra existencia, no hay otro mits <.'Sencial y necesario; luego la prudencia exige que escojamos los medios más se– guros para conseguirla. Siendo .las criaturas medios que nos conducen y nos ayudan, debemos escoger con prefe– rencia las que más nos aymien, según las circunstancias y las necesidades... 4. Obrando de ;('",te modo mostraremos que somns lwm– bres de principios, de fe, de fortaleza, de seriedad; hom– bres razonables y de gravedad. Nosotros queremos hacernos santos y perfectos por los caminos mejores y más seguros. Ese fue el secreto de los santos y la razón de su triunfo. CoNCLUSIÓN. De todo lo dicho se deduce que la indi– ferencia santa se ha de practicar por todos los que quieren salvarse y santifkarsc. Los pensamientos, los afectos, las acciont.'$ y atendones se han de dirigir a Dios, al alma y
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