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LA DIVINA PROVIDENCIA 2::3 sentimientos, de las cosas terrestres; desprenderse de lo temporal para conseguir lo eterno. Remover todos los obs– táculos exteriores e interiores que nos impiden remontar el vuelo a las cumbres de la santidad. Practicar la abne– gación para seguir a .Jesucristo. A medida que se rcmuevm1 los obstáculos y se vayan practicando las virtudes el alma adquirirá mayor indife– rencia de todas ías criaturas. La perfecta indiferencia ig– naciana no se darú sin el perfecto desprellflimiento de las cosas y la conslanle abnegación de sí mis1~os. § VI. Elección de los medios que mlis ¡•011dw:en ol fin. En qué consiste. La segunda condición para observar la regla del buen uso de las criaturas es desear y elegir las criaturas que más conducen al fin, o sea, usar de los me– dios mejores. Desear y excoger lo mejor y más apto. Los medios mejores son: primero, los que nos condu– cen al fin con mayor seyuridad y CO'n m¡mos peligros; se– gundo, los que nos concluc-cn mús rápidamente; tercero, los que nos conducen más pPrfectamente. Para andar a un punto detPnninado puedo usar el avión, el auto, el tren, el caballo o ir a pie. Ningún inconveniente el elegir un medio más rápido, más seguro y más cómodo, aunque en la práctica no será siempre fácil hacer la elec– ción. La razc'm iluminada por la fe sabrá elegir según las circunstancias. En la aplicación práctica no hay que con– siderar las cosas con criterios egoístas y puramente huma– nos, hay que usar de criterios sobrenaturales, según las en– señanzas del Evangelio y de la Iglesia. En concreto, yo sé que para conseguir el fin, según me enseña el Evangelio, es mejor la pobreza que la riqueza, las humillaciones que los honores, las enfermedades que la salud, las tribulaciones que las prosperidades.

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