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218 P. PÍO :\I.' DE )~>ND_REGANES, O. F. ::u. CAP. videncia me queráis mándar. Non mea lJOlllntas, sed t,ua fiat. Heme aquí pnmfo a todo, sea próspero, sea adverso. Dadme la santa indiferencia. San Ignacio menciona estas cuatro cosas, porque ge– neralmente son las que más impiden al hombre el equili– brio. mental y la indiferencia de la voluntad. Pero existen tantas otras cosas en la vida a las cuales se exti0nde la necesidad de ser incliferen tes, por ejemplo: f'll lo que se refiere a los talentos, a las consolaciones, a los purstos en la sociedad, a los oficios y ocupaciones, a las cosas de fortuna, a los {>xitos o fracasos, a los aconte– cimientos prósperos o ackersos. Vivamos persuadidos de qur, si agrada al Señor que pasemos por las adversidades y que llevemos las cruces, ese srrá rl ínedio excelente para eonsPguir nuestro fin. Ignorando muchas veces lo que más nos convenga, drhC'rnos elevar •nuestras plegarias al cielo para que Dios nos ilumine. Cuando los moabitas y amonitas querían hacer la gue– rra contra Israel, ,Josafat proclamó un ayuno y exclamó: "¡ Oh Dios nuestro! ¿No los jnzgarús Tú? Porqrn: nosotros no tenemos fuerzas contra tanta muchedumbre como con– tra nosotros viene y no sabemos qué hacer; nuestros ojos se vuelven a Ti" ,(15). Dios le respondió: "¡ Oh .Tudá ! Je– rusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, que Yav{> estará con vosotros" (16). La Providencia se inclinó a sus plegarias. Ante la incer– teza, oran. Dios confunde a los adversarios, luchan entre sí y huyen, llenos de espanto. Los hijos de Israel recogen el botín y alaban a la Divina Providencia que les dio tan fácil victoria. (15) II />ar., XX, 12. (16) !bid., 17.
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