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LA DIVINA PROVIDENCI.\ 213 2) Tampoco se puede dar la indiferencia respecto a los medios para conseguir el fin. Cuando Dios creó el mun– do contemplaba las cosas con amor y alegría y decía: Vio Dios que era bueno. Lo repetía cada día de la creación y de todas las cosas. Por tanto, consideradas en sí mismas las cosas, son reflejo de las dhinas perfecciones, imágenes de Dios, bondades participadas de Dios, seres que glorifi– can a su autor. Luego en este sentido tampoco debemos usar de la indiferencia, sino desear y procurar que todas le den gloria. 3) No se puede dar indiferencia ac-erca de las cosas que caen bajo el dominio de la volllntad significada de Dios, porque todo eso sabemos ciertamente que Dios lo quiere, manda, prohibe o permite. 4) La indiferencia no significa estoicismo, apatía, i11 sensibilidad, quietismo, pasibilidad absoluta. La verdader indiferencia no destruye la naturaleza del hombre. § II. Lo que es. La indiferenda santa es "una disposición de ánimo para el uso de las cosas criadas en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albcdrio y no le está prohi– bido". Es el hombre desprendido que quiere entregarse to– talmente a Dios, usando de las criaturas según la voluntad divina. Es la libertad de espíritu para volar a Dios. Para la inteligencia, la voluntad y el corazón no cuenta más que el fin, según el cual se valoran las cosas. La indiferencin tiende a remover los obstáculos, las adherencias y apegos a las cosas que no están mandadas, prohibidas o aconse– jadas. San Ignacio la compara al fiel de la balnnza, cuan– do está en equilibrio; porque no se inclina ni a la derecha ni a la izquierda. Sólo debe inclinarse al lado don<le mejor pueda conseguir su fin.
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