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L,\. DIVINA PROVIDR:'<CIA 211 ------·--------~--, -------- siderar todas las cosas temporales objetivamente y con cal– ma. En todas ellas mirar al fin. In omnibus respice finem. El fin es la norma de todo lo demás. Finis regula caete– rorum. Es muy importaJnte en la vida práctica, pürque nuestros sentidos fácilmente nos engañan o ilusionan, y cambiamos los medios en fin. No usar de ellas sc•gún las exigencias de nuestros apetitos desordenados, sino en cuanto exigen las .virtudes y la saJntidad. Un enfermo, si obra racionalmente, no usa de la medicina más dulce, más suave, sino la más segura y eficaz para recuperar la srulud, aunque sea amar– ga. Un navegante no desea el viento más ameno y agrada– ble, sino el más favorable para llegar al puerto. Un via– jero no busca el camino más cómodo y divertido, sino el más seguro y recto para llegar a la patria lejana. Del mismo modo debe portarse d cristiano que viaja a la patria celestial. Luego lo que ayuda al fin, usarlo: lo que impide el fin, rechazarlo y removerlo. b) Tener dominio de sí mismo y moderación en el uso. Esta segunda regla se refiere a la voluntad. Debemos usar de. las cosas temporales y de las circunstancias diversas de la vida presente en la medida que nos ayuden al fin, y abstenernos en cuaJnto nos lo impidan. Tantum-q1zant,um. Tanto cuanto, ni más ni menos. De aquí se deduoe una triple necesidad: 1.• Necesidad lógica. Debemos usar de las cosas según el fin para el cual Dios las creó. Habiéndolas creado no como fines del hombre, sino como medios, es lógico que de ese modo las usemos. 2: Necesidad moral. En la obscrvruncia de esta regla se encuentra la razón, el orden y la felicidad. De lo con– trario, no habrá más que desorden. 3." Necesidad física. Si no juzgamos de las criaturas según el fin para el cual Dios las creó no encontraremos en ellas lo que n~esitamos y lo que nos pueden ofrecer,

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