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_20_2____ P_._P_Í_O M.~_!JE MONDREGA..'-l"ES, O. F._M. CAP:-·----·-· los frutos no se dieran sin semilla, ni la redención sin Re– dentor. Dios preparó las C9.usas y efectos proporcionados en todos los órdenes. La oración es una causa preparada desde toda la eternidad para conseguir los efectos natura– les y sobrenaturales, ordinarios y extraordinarios que la Divina Providencia dispuso. Dios quiere unas cosas absolutamente sin condiciones; otras cosas condicionadas a la oración. Unas cosas las da sin pedirlas, otras quiere que se pidrun. Dios obra como un padre para con sus hijos. Unas veces les da los dones por– que quiere; otras se los concede porque se 1los piden. ¡Cuán– tos dones y gracias no ha condicionado Dios a nuestras ple– garias! Pe tite et accipietis... Consideremos los ejemplos del Antiguo y del Nuevo Testamento de que hablamos arriba (1). Invoquemos con, frecuencia las intervenciones de la Di– vina Providencia a nuestro favor. Qnc nos preserve de Jps males físicos y morales; que nos asista en las batallas del espíritu; que nos defienda de los enemigos visibles e in– Yisibles; que no se o,lvide nunca de nuestras necesidadl's y nos atiooda en este valle del dolor; que nos conduzca por los caminos de la santidad y de la ell'nia felicidad para que en el cielo podamos cantar eteTnamente sus infinitas misericordias. (]) Cf. parle Il. cap. II, págs. 7!1-107.

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