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16 ARTlcULO Lº Pruebas de orden metafisico. § I. Argumento del uwvimie-ntu. Apenas abrimos los ojos vemos que los objdos se mue– ven, que nosotros nos movemos, que el mundo se mueve. Es muy natural que nos pregunkmos: ¿Por qué se mue– ve el mundo? ¿Cuál es la causa de tantos movimientos como existen en el universo'! Pongamos las afirmaciones escue– tas de las Escuelas. En el mundo existe el movimiento. Este supone un pri• mer motor inmóvil. Luego el motor inmóvil, a quien lla– mamos Dios, existe. El mm:imicnlo l'.ástc. El movirnienl-0 tw;, rodea por todas partes. Vernos movimientos locales, por los que las cosas cam– bian de un Jugar a otro. Voy del templo a la casa, entro en mi gabinete, penetro en mi bil.Jliotera, me lrnsiado en rápido vehículo de l\1a<lrid n París; el buque surca majestuoso las aguas del océano y transporta los alegres \·iajPros o rica~ mrreancfa½ de Londres a Nueva York; PI aeroplano, provisto de alas como el úguila cauda!, ::tt' remonta a las alturas y atraviesa en pocas horas los mares y los cm1tinenle,:; la TiPITa y los planetas gi– ran nl!'ededor del Sol sometidos a las !'egla.s de la mt•cánica Pe– leste, formando una inmensa armtmía jamás interrumpida. Hay movimientos cualitativos que modifican el modo de srr del indivi:duo. El hombre nace sin saber leer, y po4.'o a poco va aprendiendo hasta recitar la /liada, de Homero, o La Eneüla, de Virgilio. De nifu:J es candoroso áflgel sobre la tierra, y luego !le marchita su ínoc,encia, se manrhP su candor, se precipita de pecado en pecado, dr vicio en vicio, hasln el abismo de la de– gradación. lt~l hombre hoy está sano, maimna enfcl'mo; ahora quiere, despm\s ya no quiere; visitado por el dolor o amargado por la decepción, aborrece lo que antes tirrnamente amaba.
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