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tes, y lo plebeyo del mundo, desecho del mundo, lo qtte no es nada, lo eligió Dios para destruir lo que es, para que nadie pueda gloriarse ante Dios" (6). Medita lo que dice el salmista acerca de la P,roviden– cia sobre los justos: "El que habita bajo la protección del Altísimo y mora a la sombra del Todopoderoso diga a Dios: Tú eres mi refugio y mi roca, mi Dios, en quien confío. Y él te librará de la red del cazador, de la peste extermi– nadora; te cubrirá con sus plumas, hallarás seguro bajo sus alas y su fidelidad te será escudo y adarga. No tendrás que temer los espantos nocturnos !IÜ las saetas que vuelan de día. Ni la pestilencia que vaga en las tinieblas, ni la mortandad que devasta en pleno día. Caerán a tu lado mil y a tu derecha diez mil: a ti no llegará. Con tus mismos ojos mirarás el castigo de los impíos. Teniendo a Yavé por refugio tuyo, al Altísimo por fortaleza tuya, no te llegar{¡ la plaga ni se acercará el mal a tu tienda. Pues te manda– rá a sus ángeles para que te guarden en todos tus ca– minos. Y ellos te llevarán en sus manos para que no tro– pieces en las piedras. Pisarás sobre áspides y víboras y hollarás al león y al dragón. Porque me amó, yo le salvaré; yo le defenderé, porque confesó mi nombre. iMe invocará él y yo le oiré, estaré con él en la tri.bulaeión, le sacaré y le honraré. Le saciaré de días y le daré a ver mi salva– ción" (7). ARTÍCULO 3l La Providencia dioina no olvida. Dios nos crió, nos ,lanzó a eSite mundo, pero no nos aban– dona, no s,e olvida de nosotros. El Profeta Isaías dice de la restauración de Sión: "Cantad, cielos; tierra, salta de gozo; montes, resuenen vuestros cánticos, porque ha con- (6) I Cor., I, 27-30. (7) Sal., 91, 1-16.

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