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LA DIVINA PROVIDENCU 15 son razones que sólo puede alcanzar la inteligt>ncia en vir– tud de su poder abstractivo. Los argumentos físicos se fundan <"n el orden sensible del universo que podemos contemplar también con nues• tros sentidos. El orden, las leyes físicas de la naturalezu caen bajo el dominio de la razón y de la experiencia, acce– sibles aun a las mentalidades inferiores. Los argumentos morales se apoym1 en leyes de orden moral. Como el mundo sensible s•, rige por leyes constan– tes, también la naturaleza humana, individual y colectiva– mente considerada, tie1w sus leyes ético-psicológicas, por las que se gobiernan los individuos y la especie racional. Todas esas pruebas, en último análisis, remontan su reva!oración al principio ele causalidad, es decir, que no pue– de darse efecto sin causa proporcional y adecuada. El prin– cipio de causalidad es evidente, dictado por la razón, la experiencia y el sentido común. Admitir un hecho sin cau– sa es negar toda ciencia, La ciencia n.o existe mientras no se conocen las causas de donde se derivan lus fenómenos. La Metafísica toma del naturalista, del físico, del astró– nomo, del químico, del botánico... la cadena suspendida ele los fénómenos sensibles y morales, y la enlaza con la pri– mera causa, punto fijo, del cual depende todo. Los argumentos físicos y morales son más accesibles, el vulgo los conoce mejor y sin tanto esfuerzo mental. Los metafísicos son más elevados, exigen una cultura filosó– fica que no todos poseen. No obstante, empezamos por ellos, porque son los más profundos y convincentes, y arrojan de sí inten,sos rayos de luz sobre la inteligencia humana.

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