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1_7_8____ P_. PÍO _M.ª DE MONDREOANRS, _ ü._I'. M, CAP. _______ En las comunidades, lo mismo que en la sociedad, hay oficios humildes y cargos honoríficos, de mayor y menor responsabilidad. La incli:n,ación humana, generalmente, desea y ambicio– na los oficios de más honor, los cargos que dan mayor es– plendor. La soberbia, el amor propio, la ambición, el or– gullo, desean ;lucir, presumir, dominar, mandar, aun con sacrificios personales... Ninguno debe ambicionar cargos si no es llamado por Dios; adquirir responsabilidades que traen fatales conse– cueJJ1das para sí mismos y para los súbditos; imponerse obligaciones que están sobre sus fuerzas y capacidades ... En los oficios humildes y comunes hay, por lo general, menos posibilidades y más facilidades. Es más costoso a la naturaleza humana permanecer escondidos en la masa común, en la vida ordinaria y en puestos bajos. Pero aun en estos oficios humildes, sin resplandor exter!llo, puede existir cobardía, negligencia y falta de generosidad. Y en ciertos casos exigen humillaciones que la persona no está siempre dispuesta a sufrir con paciencia y sin murmura– ciones. Por estas razones lo mejor es dejarse guiar por la Di– vina Providencia, que conoce el futuro, !I1Uestras fuerzas y nuestras cualidades, las contingencias de nuestra vida fu– tura. Lo más seguro es pedir que se cumpla su divina vo– luntad. La máxima de muchos santos es: Nada pedir, nada rehusar. Pedir a la Divina Providencia que nos coloque por medio de la obediencia en los oficios y cargos donde podamos dar más gloria a Dáos y hacer mayor bien al prójimo. Es muy importa:rute en las comunidades religiosas dejrur obrar a los superiores, que conocen mejor nuestras facul– tades. La Providencia obrará por medio de la obediencia lo que más convenga. Suele suceder que, cuando se ambiciona o se procura
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