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LA DIVIN,\ PROVIDm•lC!A 160 nuPstra salud. "Si padcc{'nlüs aquí con f::l, también con Él seremos glorificados." "Tengo por cierto que los padeci– mientos del ti{'mpo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros; porque el conti-nuo anhelar de las criaturas ansía la manifestación de los hijos de Dios" (11). 7. El dolor es un medio de apostolado ofreciéndo-lo por el bien de los redimidos. Decía San Pablo: "Me alegro de mis padecimirntos por vosotros y suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia" (12). ApliquC'mos nuestros dolores y adycrsi– dades por todos los miembros del Cu<Tpo l\Iistico para be– neficio de ellos. Otras razones se podrían aducir para probar que el do– lor no es contrario a la Divina Pro,idencia, antes bien, en– tra en sus planes. Dios es el mejor médico que conoce todas nuestras enfermedadps y sabe aplicar los remedios eficaces y oportunos, m, ,i,que tal H'Z sean dc>lorosos, tenien– do en cuenta nuestro~, destinos eternos. Dios mío, creo en vuestra Providencia, pero aumentad mi f P, rldizwn incredalilalem meam ... l\Iadre de los Dolores, qur sufristeis con Jesús por nues– tra Redención, dadme el amor al sae.rificio, la resignación en el dolor, la conformidad a la yoluntad divina en to– dos los sufrimientos de este mísero mundo. Fac me pla– yis 1mlnerari. Fac IW' cruce inebriari el cruore Filii. Amen. (11) Rom., VIII, 17-19. (12) Col., 1, 2-1.

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