BCCCAP00000000000000000000626
u lllVIN.\ r•RovtnE.."<CtA 159 -----------. ---- ---------- perdió Adán no lo perdió sólo para él, sino también para nosotros. Nosotros adquirimos por Jesucristo lo que per– dimos por Adán. San Pablo escribe a los efesios: "Despo– jaos del hombre viejo, viciado por la corrupción del error; renovaos en vuestro espíritu y vestíos del hombre nuevo, creado según Dios en justicia y santidad verdaderas" (Ef., IV, 22-24). Las lres categorías de dones son comparables a tres es– pecies de coronas. Los dones naturales, a una corona de hierro; los preternaturales, a una corona de plata, y los so– hrenaturalcs, a una corona de oro con la hermosísima perla de la gracia. ARTÍCULO 3." Caída y consec,uencias. El hecho de la caída de los progenitores en el pecado original se narra en los primeros capítulos del Génesis. Es una verdad de fe definida en el Concilio tridentino (1). Adán y Eva, engañados por el diablo en forma de ser– piente, no supieron superar la prueba a la cual Dios mis– mo les sometió. El pecado fue una grave desobediencia a la prohibición divina. Dice San Pablo que, por la desobediencia de uno, muchos fueron hechos pecadores (2). Apenas cometida la culpa original Dios lanzó el castigo contra los culpables (Gén., III, 16). Drijo a la mujer: "Mul– tiplicaré los trabajos de tus preñeces; parirás con dolor los hijos y buscarás con ardor a tu marido, que te domi– nará" (3). Y a Adán: "Por haber escuchado a tu mujer, (1) Denz., 788 y sigs. (2) Rom., V, 19. (3) Gén., III, 16-19.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz