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136 P. PÍO M,ª DE MONDREGANES, O, P. M, _:~ núa a través del tiempo y del espacio por medio se su Es– posa Dilectísima, la Iglesia militante. Aunque, en general, nuestros lectores conocen la Igle– sia, no será ocioso recordar algunas cosas que nos pueden mover para amarla más y vivir en ella, gozando de los bie– nes que nos reporta. Por ello conoc,e.remos mejor cómo la acción de la Divina Providencia continúa favoreciendo al hombre. § I. Natu.rnlczn de la Iglesia. Dejando aparte los muchos sentidos en que se puede tomar la palabra "Iglesia", nos concretamos ahora a con– siderarla como la verdadera religión de los católicos. Por Iglesia católica entendemos la soekdad de hombres viadores que confiesan la verdadera religión de Cristo bajo el régimen y magisterio de los obispos, principalmente del Sumo Pon.tífice, instituida por Cristo para conseguir la sal– vación eterna. La Iglesia católica militante, considerada como reino de Dios, fue instituida por Jesucristo y en ella se pueden dis– tinguir dos aspectos: 1) Uno externo, en cuanto es una agregación de hom– bres con un cuerpo de doctrina, de leyes, de autoridad, de organizaciones visibles. 2) Otro interno, en cuanto esa sociedad visible está vivificada por la gracia, que une a todos .los miembros con Cristo y en.tre si, de tal modo que formen un solo Cuerpo lllistico. Para perten,ecer a la Iglesia es necesario el balllismo, y, por tanto, están fuera de la Iglesia visible los paganos. Es necesario la profe,sión de fe católica; por eso se excluyen los herejes y apóstatas. Es necesaria la participación de los sacramentos o el derecho de usar de los medios de san– tificación. De éstos están excluidos los excomulgados. La sumisión a la legítima autoridíld suprema; por tanto.
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