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13! P. PÍO :\I.' DE l\lONDREGANES, O. F. l\1, CAP. tal sofoca el espíritu de Dios, o sea, la gracia santificante, que no puede estar simultáneamente con los pecados gra– ves. O somos o no somos hijos de Dios. 2) El Apóstol escribe a los de Efeso: "No salga de vuestra boca palabra áspera, sino palabras buenas y opor– tunas para edificación, a fin de ser gratos a los oyentes. Guardaos de entristecer al Espíritu Santo, en el cual ha– béis sido sellados para el día de la redención (52). Huid de los pecados veniales y de las imperfecciones voluntarias para no entristecer al Espíritu Consolador que es nuestro amabilísimo Huésped. 3) Escuchar al Espíritu Santo. Si oís la voz de Dios no debéis endurecer vuestros corazones. Estad atentos cuan– do llama a vuestro corazón con las inspiraciones, mocio– nes, sentimientos, ideas buenas, deseos de santidad, remor– dimientos de conciencia. Hijo, escucha mi voz, oye mi pa– labra... 4) Azzmentar los efectos del Espíritu Santo. San Pablo a los efesios: "Llenaos del Espíritu Santo" (53). Procurar ir aumentando las gracias, las virtudes, los dones, la vida sobrenatural hasta llegar a la plenitud que Dios quiere de nosotros. Semper amplius ... 5) Res petar al Espíritu Santo. San Pablo escribe a los de Corinto: "¿No sabéis que sois templo die Dios y que el Espíri,tu de Dios habita en vosotros? Nadie os engañe; si alguno profana el templo de Dios, Dios lo destruirá; por– que el templo de Dios es santo, y ese templo sois vos– otros" (54). Respetar nuestros cuerpos y los de nuestros prójimos, co.n.siderando que el Espíritu Santo mora en las almas de los justos; tiene sus delicias en habitar con los hijos de los hombres. Y, si estos cuerpos han recibido la Eucaris- (52) Efes., IV, 29-30. (53) Efes., V, 18. (54) I Cor., III, 16-17.
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