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LA DIVINA PROVIDENCIA 133 nes se infunden con la gracia y se pierden también, con la gracia. Son disposiciones que perfeccionan las virtudes y hacen al alma más apta para recibir los impulsos del Es– píritu Santo. b) Generalmente se enumeran sfote principales: sabi– d,uria, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. El don del temor es para los principiantes; el don de piedad, para los proficientes; el don de forta– leza, para los soldados de Cristo; el don de ciencia, para los sabios y maestros; el don de entendimiento, para los doctores de la Iglesia; el don de consejo, para los pastores de almas; el don de sabiduría, para los contemplativos y los comprensivos, que gustan las delicias de la gracia y de la gloria. c) Los frutos. Son los actos virtuosos cumplidos con particular perfección y que llenan al alma de santa ale– gría y gozo. Son como irradiaciones de la vida sobrena– tural. Estos son: La caridad, el go=.o (alegria), la paz, la pa– dencia, la benignidad, la bondad, la mansedumbre, la fe, la modestia, la continencia, la castidad. Estos son, los once principales, pero hay, además, otros. Poseyendo en abundancia las virtudes y los dones se gustarán más los frutos. Así la acción del Espíritu Santo en el alma causará ad– mirable fecundidad de obras santas para el bien de la Igle– sia y del mundo. Por medio de sus esposas predilectas irra– diará luces y bondades. § V. Nuestros deberes. 1) 11,uir de la culpa grave. Escribe San Pablo a los de Tesalónica: No apaguéis el Espfrit,u· (51). El pecado mor# (51) I Tes., V, 11.

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