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!~- _______ P. PÍO M," DE l\!ON1HIEGANES, O, F. M. CAP. el mundo donde se ofrece la Santa Misa, en la cual se ofrece Víctima por toda la humanidad. Como sacramento se une sacramental y realmente a todos los que quieren recibirle con las debidas disposiciones. Este es un don preciosísimo, una Providencia inefable que Dios otorgó generosamente al hombre. Dios mismo se ofrece en satisfacción por nuestros pecados. Dios mismo permanece con nosotros has~a la consumación de los si– glos para consolarnos. Dios mismo se une en las especies sacramentales de pan y de vino para nutrirnos con su Cuer– po, Sangre, Alma y Divinidad. Dios mismo será nuestro Viútico que nos acompañará hasta la eternidad. Considera, alma cristiana, cuánto amor, cuánta genero– sidad, cuánta providencia y cuántos cuidados te ha mos– trado tu Creador, tu Redentor, tu Mediador. 9. El Sagrado Corazón. Para demostrar todavía más su ardiente amor a la humanidad en estos últimos tiem– pos se ha manifestado ante los hombres de una manera más sensible. Según las revelaciones y visiones de Santa Margarita de Alacoque y el culto actual de la Iglesia, .Je– sús nos muestra su Corazón abierto, con llamas de fuego y rodeado de espinas, indicando con su dedo y diciendo: Mirad, hombres, cuá:nto os he amado. Entrad por la llaga del Costado en este Corazón encendido en amor por todos vosotros. Venid a mí, que yo os consolaré, que yo os ali– viaré, que yo os confortaré. Los sedientos venid a las aguas cristalinas, hehed y saciaos. Mis llagas son cinco manan– tiales perennes de gracias y de misericordias. ¿ Qué más nos podía dar en ,nuestra vida espiritual? ¡ Oh Dios, cuántas cosas has hecho por mi salud eterna! Digamos con el salmista: Venid y ved las obras de Dios; cosas mauníficas ha hecho en favor del hombre (42). Vos- (42) Sal., 65, 5.
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