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LA DIVINA PROVIDENCIA 123 cotidianamente su sacrificio de una manera incruenta en la santa misa. 4. Rey. Es una verdad revelada en el Antiguo y Nueni Testamento. "Nos ha nacido un niño, nos ha sido dado un hijo, que tiene sobre su hombro la soberanía, y que se llamará maravilloso consejero, Dios fuerte, Padre sempi– terno, Príncipe de la paz, para dilatar el impPrio y para una paz ilimitada, sobre el trono de David y sobre su rei– no, para firmarlo y consolidarlo en el derecho y la justi– cia, desde ahora para siempre j arnás" (32). Daniel inter– preta el sueño de Nabucodonosor acerca de la gran esta– tua. "En, tiempo de esos reyes el Dios de los cielos susci– tará un reino que no será destruido jamás y que no pasará el poder a otro pueblo; destruirá y desmenuzará a todos esos reinos, mas él permanecerá para siempre" (33). En la Anunciación dijo el ángel a la Virgen: "C{füccbirás en tu seno y darás a luz un hijo a quien pondrás por nom– br-c Jesús. Él será grande y llamado hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reina– rá en la casa de Jacoh por los siglos, y su reino no ten– drá fin" (34). Pilato preguntó a Jesús: "¿Eres tú el rey de los ju– díos?". Respondió J csús: "¿ Por tu cuenta dices eso o te lo han dicho otros de mí?". Pilato contestó: "¿Soy yo ju– dio por yentura? Tu nación y los Pontífices te han entre– gado a mi, ¿qué has hecho?". Jesús respondió: "Mi reino no es de este mn:ndo: si de este mundo fuera mi reino mis ministros habrían luchado para que no fuese entre– gado a los judíos, pero mi reino no es ele aquí". Le dijo en lonces Pilato: "¿ Luego tú eres rey?". Respondió Jesús: "Tú dices que soy rey. Yo para esto he venido al mundo, (32) Is., IX, 5-G. (3,3) Dan., II, 44. (34) l,ur., I, 31-33.
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