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122 P. PÍO M,ª DE MONDREGANES, O. F. M, CAP. mismo, pero cuando decimos Salvador nos referimos con preferencia a los saludables efectos de la Redención. Cuan– do decimos Redentor indicamos más bien el modo con el cual nos libró del pecado, satisfaciendo copiosamente por nosotros. Jesús fue el Salvador de todos y cada uno de los hombres; Salvador de la Iglesia por Él fundada, con– cediéndola el triunfo en las persecuciones y herejías y en– riqueciéndola de santos y de glorias. 2. Mediador. Jesucristo es el Mediador entre Dios y los hombres. "Esto es bueno y grato ante Dios nuestro Sal– vador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque uno es Dios, uno también el Mediador entre Dios y los hombres, el hom– bre Cristo Jesús, que se entregó a si mismo por la reden– ción de todos" (29). Es un, Mediador de justicia, porque, Dios y Hombre ver– dadero, pudo presentarse delante de Dios para adorarle, darle gracias, satisfacer e impetrar eficazmente por nos– otros. Su mediación tiene un valor infinito. 3. Sacerdote. Jesús es el Sumo Sacerdote que ofrece a Dios por nosotros las súplicas, las ofrendas, los dones, los homenajes, los sacrificios. "Pues todo Pontífice toma– do de entre los hombres, en favor de los hombres, es ins– tituido para las cosas que miran a Dios, para ofrecer ofren– das y sacrificios por los pecados, para que pueda compa– decerse de los ignorantes y extraviados" (30). El salmo me– siánico 109 dice que .Jesús es sacerdote a la manera de l\iclquisedec. "Ha jurado Yavé y no se arreper1tirá: Tú eres sacerdote eterno según el orden de l\Ielquisedec" (31). En virtud de la unión hipostática Jesús es Sumo Pontífice, Perfecto Sacerdote. Se ofreció a sí mismo como Víctima de valor infinito, muriendo por nosotros en, la cruz. Continúa (29) l Tim., II, 3-6. (30) IIebr., IV, 1. (31) Sal., 109.

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