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LA DIVINA PROVIDEKCIA 121 ------- --------- do, como Cabeza y Primogénito de toda criatura, es una doctrina defoodida por la Escuela franciscana y por mu– chos teólogos. Pero no es ahora el caso de detenernos en este punto. El hecho histórico es que se encarnó, tomó nuestra naturaleza, sin el pecado, vivió entre nosotros, su– frió y murió por nuestra redención. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre, vi– sible y sensible. Es una verdad de fe que en Jesucristo hay dos naturalezas unidas en una Pasona diuina. A esta unión llaman los teólogos hipostática. Si hien Jesús es Dios y hombre no son dos Cristos, sino uno solo, no por la con– fusiún, de las naturalezas, sino por la unidad de la Per– sona. Es un misterio inefable, incomprensible, pero cierto y real, demostrado ampliamente por la Revelación del An– liguo y Nuevo Testamento y por la Tradición y Magiste– rio de la Iglesia. "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria como de Unigénito del Padre" 1(27). San Pablo escribe a los filipenses: "Tened los mismos stfütimientos que tuvo Cristo Jesús, quien, exis– tiendo en la fonna de Dios, no reputó codiciable tesoro mantenerse igual a Dios, antes se anonadó, tomando la for– ma de siervo y haciéndose semejante a los hombres, y en la condición de hombre se humilló, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz; por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un nombre sobre todo nombre, para que al :n<}m– bre de Jesús doble la rodilla cuanto hay en los cielos y en la tierra y en los abismos, y toda lengua co•n,fiesa qm' .Te– sucristo es Señor para gloria de Dios Padre (28). Los nombres de Cristo. Así al Verbo Encarnado pode– mos aplkarle diversos nombres que le convienen, según los respectos bajo los cuales se le considcr{'. l. Salvador y Redentor. Substancialmente significan lo (27) Jn., I, 14. (28) Fil., II, 5-11.

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