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ll8 P. PÍO M. 4 DE MONOREOANES, O. F. M, CAP. aman, de los que, según sus designios, son llamados. Por– que a los que de antes conoció, a éstos los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo, para que éste sea el primogénito entre muchos hermanos (16). Jesús es nuestro Hermano mayor. Él es Hijo Primogé– nito del Padre celestial. Nosotros soonos los hijos adopti– vos; con sus méritos nos ganó la gloria y nos prepara tam– bién un puesto en el cielo. Si aquí sufrimos con Él, tam– bién seremos glorificados con Él. 4) Estando en grada somos también templos del Es– píritu Santo. Las Tres Divinas Personas están en el alma del justo y hacen en ella su mansión. 5) Somos herederos del paraíso. De tal modo que el hombre, por la gracia, "ya no es siervo, sino hijo, y si hijo, heredero por la gracia de Dios" (17). 6) Somos miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Él es la Cabeza, nosotros los miembros, por los cuales vivimos unido~ a Ella. Jesús nos dice que Él es la vid y nosotros los sarmien– tos. La savia que sale de la vid circula también por los sarmientos mientras viven unidos a la vid. "Si se separan, mueren y sólo sirven para el fuego" (18). 7) Por la adopción divi:n-a podernos hacer también obras meritorias para la eternidad. "Si permanecéis en Mi y mis palabras permanecen en vosotros pedid lo que qui– siereis y se os dará. En esto será glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así seréis discípulos míos" (19). El fundamento del mérito de condigno es la gracia santi– ficante. Dios lo ha prometido y será fiel a su palabra. Jesús nos manifiesta claramente a Dios como Padre. (16) Rom., VIII, 28-29. (17) Gál., IV, 7. (18) Jn., XV, 6. (19) Jn., XV, 7-8.
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